¿AMOR LIBRE?
Siempre he pensado y pienso que el amor debe
ser libre. Se ha criticado y aún se critica, sobre todos aquellas personas que
se han quedado atascados en el barro de los caminos antiguos, la relación
amorosa entre personas de distintas razas, del mismo sexo o de diferentes
edades. ¿Será acaso porque Adán y Eva eran de distintos sexos, de la misma edad
y blancos?
Dios nos creó con todos nuestros atributos,
entre ellos, sentir satisfacción a la hora de engendrar un ser. Pero para
sentir, tenemos que desear y para desear necesitamos “algo” porque de lo
contrario se quedaría en el aire. El deseo y el amor, unidos de la mano, no
anda con requisitos, sino, por impulsos del corazón y de la necesidad.
Hace algunos años, cuando en Cuba existían
las instalaciones turísticas exclusivas para extranjeros, trabajaba en un
hotel. Teníamos en el hotel, clientes de distintos países y de distintas
pieles, edades y condiciones sexuales. En aquella época, todo eso era muy
criticado pero se toleraba porque traían la divisa que el País necesitaba.
Tomarle una foto a una chica local, completamente desnuda, era sancionado con
la expulsión del turista.
Mucha gente sentía asco por los homosexuales o
por los de la tercera edad que se acostaban con jovencitas. Tuve oportunidad de
conversar con algunas de esas prostitutas encubiertas. Le pregunté si eran
capaces de realizar el sexo a plenitud y con satisfacción con aquellos señores.
La mayoría respondió con un rotundo, no. Necesitaban dinero para mantener a su
familia y la posibilidad de irse para otro lugar del mundo. También conversé
con esos turistas, algunos con mutilaciones de sus extremidades y edad
avanzada. La mayoría coincidía que en sus respectivos países era imposible
acostarse, con jóvenes un poco más allá de la pubertad, por un poco de dinero y
algunos regalos baratos. Me decían que hay gente que se gastaba el dinero en
juegos, en drogas, en alcohol y otras cosas y ellos lo gastaban en placer.
Cumplían dos objetivos: viajar de vacaciones y sentirse, en el ocaso de sus
vidas, como los verdaderos “machos” que un día fueron.
Allí acudían los “prostitutos”, jóvenes que
buscaban, al igual que las mujeres, algo de dinero o artículos para cubrir sus
necesidades. Estos no tenían reparo en acostarse con una abuela turista o con
un homosexual. En este caso, muchos coincidían que sentían satisfacción sexual.
Por lo general, salían de las habitaciones con la cara sonriente y una bolsa en
la mano.
En todos los casos pienso en sus razones y
estoy de acuerdo con ellos. Nunca participé en nada de eso. No tenía necesidad
y tenía una esposa que amaba con locura pero quizás si hubiera sido como ellos,
hubiera hecho lo mismo.
El amor debe ser libre.