Hay veces que queremos torcer o cambiar nuestros destinos y según algunos, es imposible. Dicen que nuestro destino está escrito y no se puede cambiar. Yo personalmente, como no dispongo de datos, me quedo en la línea.
De todas formas veamos en tono humorístico, este tema.
Cuando te toca, te toca
Sigfredo era conocido por su afición al alcohol y por cosechar amores. No había una juerga o una fiesta que no contara con su presencia.
Ese día había bebido bastante y motivos tenía, era la boda de su amigo, había que celebrarlo. Cuando los desposados partieron para su Luna de miel, se dirigió hasta el bar más cercano a la iglesia y allí estaba haciendo el resumen etílico de las últimas veinticuatro horas cuando se apareció alguien, se le acercó y le dijo: “Vamos”. El lo miró asombrado y preguntó: ¿Ahora? Mira, hoy me siento alegre y mañana estoy invitado al cumpleaños de la hija de mi amigo Ernesto. No me hagas esa m….. El otro le contestó: ”Vengo por tí el próximo Domingo. ¿De acuerdo?”
Sigfredo siguió divirtiéndose de lo lindo, hasta que rendido por el alcohol, cayó al piso.
Amaneció en su cama. Los amigos lo habían llevado a su casa y su noble mujer lo había aseado.
Se puso a pensar y se acordó de la cita del domingo. No sabía qué hacer. Al fin, una idea genial: desaparecer. Para ello se disfrazó de mendigo, con espesa barba, sombrero y su botella de cogñac en el bolsillo.
Ese día, mientras el individuo buscaba por todos los bares a Sigfredo, éste se emborrachaba y dando tumbos buscaba su hogar. Al final de la noche, cansado, el misterioso ser clavó la vista en el hombre disfrazado y sentenció: “Como no encuentro a Sigfredo, me llevaré al mendigo que duerme en el portal, así termino con sus sufrimientos”
A la mañana siguiente encontraron el cadáver de Sigfredo, disfrazado de mendigo, en el portal de una casa.
