Los Jefes de Estados tienen una labor ardua, compleja, responsable y ejemplarizante. ¡Se supone! Sin embargo, son personas normales como usted, como yo, pero que tienen virtudes que los capacita para ser presidentes de una nación.
El presidente
de un país tiene poder y ese poder debe usarlo para el beneficio del pueblo que
lo eligió. No es libre porque está sujeto a cientos de normas protocolares, de
seguridad, morales, etc. Si lo pensamos bien, no es fácil el cargo de
presidente de un país. ¿Por qué hay presidentes que se aferran tanto a su
cargo? ¿Por qué hay algunos que hasta violan las leyes establecidas en su país
para perpetuar su cargo? ¿Por qué usan todo tipo de artimañas para permanecer
en el poder en contra de la voluntad de su pueblo? ¿Por qué son capaces de
convertirse en tiranos? ¿Por qué siendo un cargo tan difícil, complicado y
peligroso quieren seguir siendo presidentes?
Todas estas
preguntas tienen distintas respuestas según como lo miremos y depende quien lo
analice, pero en mi opinión detrás de estos individuos existe una ambición
personal que puede ser, sentirse poderoso, enriquecerse, sobresalir por encima
de todo el pueblo, sentirse importante, gustarle ser venerado, que le rindan
pleitesía, que lo obedezcan hasta los mas importantes personajes. ¿En realidad
trabajan para el pueblo que lo llevó al poder?
Un Jefe de
Estado está rodeado de un entramado enorme que son los que llevan en realidad las
tareas de gobernar. Sin embargo, puede decidir y puede aportar ideas y eso, les
gusta.
Otros tratan,
y a veces lo logran, de llegar a la cúpula del Gobierno para enriquecerse o
para lograr privilegios que sólo él puede disfrutar. De éstos últimos, está
lleno el Planeta y son los mas renuentes a abandonar el poder.
Siempre, en la
oscuridad, hay una luz. Existen ejemplos de presidentes honestos y entregados
por completo a sus respectivos países. Muy pocos, yo diría que solamente, dos.
Sushil
Koirala de Nepal y José Mujica de Uruguay. Sushil Koirala no tiene
absolutamente nada. No tiene ninguna propiedad y solo tiene el sueldo que gana
mensualmente y lo tiene consigo hasta que lo gaste porque no tiene ni cuenta
bancaria. El presidente de Uruguay vive en su pequeña parcela, tiene un viejo
auto y dona el 87 % de su salario a la construcción de viviendas para pobres.
Por eso no hay
que dejarse engañar por discursos bonitos y llenos de patriotismos. Hay que
analizar las conductas de los candidatos, su honestidad y su sentir verdadero
por el pueblo, sintiendo como propio sus problemas y no importarle secarle el
sudor a un trabajador ni cambiar el pañal a un bebé de una madre pobre, sin
cámaras ni periodistas. Quien no sufre como estudiante, obrero o enfermo no
sabrá el remedio para curar sus males. Quien no ha sentido el sufrimiento de un
anciano, un niño o una madre, no sabrá cómo protegerlos para que no sufran.
Autor: Pedro Celestino Fernández Arregui
No hay comentarios:
Publicar un comentario