Cuando era pequeño, durante las vacaciones,
solía ir con mis primos a buscar marañón.
En las cercanías del pueblo existían gran cantidad de estos árboles que
suelen llegar a una altura entre cinco y doce metros pero aquellos no llegaban
a seis. Después de llenar las bolsas hacíamos una pequeña fogata, en el patio
de la casa, para tostar las semillas que eran lanzadas al fuego. Comíamos pocos
frutos que aunque dulces y sabor peculiar cuando has devorado tres o cuatro la
boca se te hace pequeña de ahí un estribillo de una canción cubana, decía: “El
marañón aprieta la bemba y el tiempo de los bobos se acabó”. Después,
machacábamos con piedra aquellas semillas ennegrecidas por el fuego e
ingeríamos un montón. Nuestros padres sabían que habíamos comido de esa forma
la semilla porque nos veían los labios y mejillas con rastro de tizne.
Cuando aquello no sabía que ese árbol,
originario de Brasil, existía en varios países y que la India se convertiría
en el mayor exportador de la semilla de marañon o anacardo.
Pero tampoco sabía de las propiedades de esta
semilla que cuelga en la parte exterior del fruto. Gracias a los contenidos de
ácido oleico y linoleico reduce el colesterol, tiene magnesio, selenio y gran
cantidad de Vitaminas del Grupo B y gran cantidad de hierro, fósforo y otros
minerales.
El Cajú, nombre indígena de la Manzana de
Anacardo era muy utilizado con fines medicinales en las tribus de Brasil.
También es muy utilizado en la India en su medicina tradicional.
El fruto fresco es difícil su comercialización
en Europa y otras regiones donde no existan debido a la corta duración
conservación. Prácticamente hay que consumirlo antes de 24 horas.
¡Ah! Y eso de que
aprieta los labios y la boca es compensado por su frescor y sabor.
es una fruta deliciosa, muy sabrosa, y su fresco es tan rico...y sobre todo las propiedades que tiene esta fruta......y las semillas ya ni se digan.....se necesitan para el cuerpo aunque no hay que caer en los excesos.
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