El Tabú sobre la Masturbación
Antiguamente la masturbación era condenable y después del
siglo XVII se le atribuyeron distintas
enfermedades. Por tal motivo en el medieval, para impedir el acto onanista
tomaban drásticas medidas como atar los jóvenes por las manos y los pies a la
cama y después surgieron los inventos para el mismo fin como el espiral de
alambre alrededor del pene que producía una descarga eléctrica cuando se tocaba
y otro, del mismo inventor, que cuando el pene se ponía en erección realizaba
una descarga eléctrica y además sonaba una alarma. Otro invento para esta
acción era una ancha faja con un pequeño orificio para dejar salir la orina.
Pero en el siglo
pasado esta práctica era “prohibida”. Recuerdo que siendo un jovencito, vivía
en un campo donde a 20 kilómetros a la redonda no había una chica. En repetidas
ocasiones cuando observaba a los animales realizar el coito pues me entraban
“ganas” y me masturbaba. Pero un día mi madre me sorprendió, me dio un “coscorrón”
en la cabeza y tomándome por una oreja, me dijo: “Eso no se hace. Te vas a
morir. ¿ No sabes que los niños que hacen eso se ponen delgados y se
mueren? Yo, con la oreja roja como un
tomate y sollozando le contesté: “Sí mamá. No lo haré más”. Y claro por miedo a
morirme limité mis “placeres”. Así hasta que tuve mi primera novia. Entonces
cuando ella me masturba me decía para mis adentros: “Así quiero morirme”
Hoy se escribe más
sobre el tema y se dan opiniones diversas. Sin embargo estudios realizados por Kinsey, Masters y
Jonson mostraron la naturalidad de la masturbación como satisfacción sexual.
Según ellos, son un alivio para la tensión sexual de los jóvenes, la
autoconfianza en las relaciones sexuales y una válvula de escape para el estrés.
Todavía hoy en día,
ese tema es tabú. Se lee y escribe sobre la masturbación pero entre los jóvenes
y adolescente se comenta en raras ocasiones y menos aún entre padres e hijos.
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