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miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿Amor Libre?





  
                       


 


                                      ¿AMOR LIBRE?


 Siempre he pensado y pienso que el amor debe ser libre. Se ha criticado y aún se critica, sobre todos aquellas personas que se han quedado atascados en el barro de los caminos antiguos, la relación amorosa entre personas de distintas razas, del mismo sexo o de diferentes edades. ¿Será acaso porque Adán y Eva eran de distintos sexos, de la misma edad y blancos?


  Dios nos creó con todos nuestros atributos, entre ellos, sentir satisfacción a la hora de engendrar un ser. Pero para sentir, tenemos que desear y para desear necesitamos “algo” porque de lo contrario se quedaría en el aire. El deseo y el amor, unidos de la mano, no anda con requisitos, sino, por impulsos del corazón y de la necesidad.


  Hace algunos años, cuando en Cuba existían las instalaciones turísticas exclusivas para extranjeros, trabajaba en un hotel. Teníamos en el hotel, clientes de distintos países y de distintas pieles, edades y condiciones sexuales. En aquella época, todo eso era muy criticado pero se toleraba porque traían la divisa que el País necesitaba. Tomarle una foto a una chica local, completamente desnuda, era sancionado con la expulsión del turista.


 Mucha gente sentía asco por los homosexuales o por los de la tercera edad que se acostaban con jovencitas. Tuve oportunidad de conversar con algunas de esas prostitutas encubiertas. Le pregunté si eran capaces de realizar el sexo a plenitud y con satisfacción con aquellos señores. La mayoría respondió con un rotundo, no. Necesitaban dinero para mantener a su familia y la posibilidad de irse para otro lugar del mundo. También conversé con esos turistas, algunos con mutilaciones de sus extremidades y edad avanzada. La mayoría coincidía que en sus respectivos países era imposible acostarse, con jóvenes un poco más allá de la pubertad, por un poco de dinero y algunos regalos baratos. Me decían que hay gente que se gastaba el dinero en juegos, en drogas, en alcohol y otras cosas y ellos lo gastaban en placer. Cumplían dos objetivos: viajar de vacaciones y sentirse, en el ocaso de sus vidas, como los verdaderos “machos” que un día fueron.


   Allí acudían los “prostitutos”, jóvenes que buscaban, al igual que las mujeres, algo de dinero o artículos para cubrir sus necesidades. Estos no tenían reparo en acostarse con una abuela turista o con un homosexual. En este caso, muchos coincidían que sentían satisfacción sexual. Por lo general, salían de las habitaciones con la cara sonriente y una bolsa en la mano.


  En todos los casos pienso en sus razones y estoy de acuerdo con ellos. Nunca participé en nada de eso. No tenía necesidad y tenía una esposa que amaba con locura pero quizás si hubiera sido como ellos, hubiera hecho lo mismo.


  El amor debe ser libre.


 


 

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